En la gestión de toda empresa, independiente de su tamaño, surge la necesidad de contratar personas y/o empresas para la ejecución de diversas tareas que abarcan prácticamente todas las áreas de esta (administración, producción, ventas, etc.).
Esto acarrea un problema que se basa no solo en el establecer precisamente los requisitos de la prestación del servicio y/o compra del producto para que satisfaga a las necesidades planteadas, sino que además de ello y tan importante como lo anterior es el de mantener un control de su accionar en la empresa de forma de fijar las responsabilidades de cada parte y verificar su cumplimiento.

La permanente evolución de nuestra legislación laboral, impositiva, ambiental, etc. genera nuevas obligaciones para cada una de las partes, empresa y contratistas, de las que su control primario es por parte del Estado y en forma secundaria por la empresa en la que el contratista presta sus servicios. Es en este punto donde en la actualidad no se aplican, en la mayoría de los casos, los controles necesarios para minimizar los riesgos de la empresa ante las distintas situaciones en las que puede verse involucrada por la responsabilidad asumida.

Es necesario definir que contratista: “Es toda aquella persona física o jurídica que presta un servicio en un tercero, llamado “empresa”, que también puede ser una persona física o jurídica”.